Comenzamos el año con un reportaje de cata de dos vinos sorprendentes, modernos, originales y muy bien acabados, realizados por el Celler El Rabosot, en la localidad alicantina de Agres.
Se trata de uno de esos proyectos en los que adivinas desde el comienzo una clara vocación de elaboración de vinos de autor, con marcado carácter propio, dirigidos a un mercado selecto y conocedor de lo que lleva entre manos; y con más amor al vino que al negocio.
Esa fue al menos mi impresión subjetiva el día que, por puro azar, conocí a Voro Suay; el alma de este proyecto, y pude contactar con estos vinos, que, desde luego, no me han dejado indiferente. Voro me dió la sensación de vivir el vino con pasión, y entenderlo como una forma más de arte; pero no menor, y por tanto, integrado en una concepción artística, literaria y pasional de la vida.
Vaya por
delante que en la cata conjunta y comentada de ambos vinos, pude contar
con la inestimable colaboración de Antonio, José Luis, y Sol; tres
enamorados del vino que supieron poner los matices necesarios para un
comentario complejo y enriquecedor; como estos vinos merecen. Gracias a
ellos.
Así que, sin más preámbulos, y dejando para otras ocasiones nuevas noticias, perfiles y saberes que nos lleguen de este proyecto; voy a pasar a daros a conocer las impresiones subjetivas de esta cata, y de lo que estos vinos me han dicho; a fin de poder ayudaros a conocerlos, y acercaros a ellos.
Se trata de el tinto EL RABOSOT, y del blanco LA RABOSETA; dos vinos muy diferentes, para momentos, matices, lecturas y charlas distintas, que os paso a comentar.
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El Rabosot y la Raboseta |
El RABOSOT está producido con uvas tintas de Agres; y tras su maduración en botella ha alcanzado 14,5%, y un cuerpo y plenitud muy conseguidos; con una perfecta integración de maduración y sabores frutales, que lo convierten en un vino redondo; amable y completo.
A la vista se muestra vigoroso; con lágrima densa; y con capa alta. Opacidad elegante; rubí fuerte y ribetes cardenalicios, que ya anticipan la complejidad del producto.
En nariz se expresa de forma nítida: es una amalgama de sensaciones frutales, muy maduras; y de especies: evoca a la canela, la vainilla y a la magia de un vino potente, denso y embriagador. El agite y el disfrute nasal te trasladan a una cascada de aromas tostados y ahumados. Al final hasta podemos apreciar un toque de cacao que casa perfectamente con su vigor.
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El Rabosot |
Y en boca es sorprendente: su fuerza no decae, pero es de una inopinada sencillez de paso; y una untuosidad manifiesta, que se redondea en el paladar, y se alarga en un muy acertado y agradable postgusto, de largo recorrido; perfectamente equilibrado.
Se despierta la fruta madura, con taninos potentes y poderosa amplitud regalada con los toques justos de aspereza, y una lejana evocación dulce, que jamás molesta. Un regalo para los sentidos.
En definitiva, un tinto potente, madurado, fuerte y sabio; perfecto compañero de momentos mágicos y densos. Un descubrimiento al que otorgamos 90 puntos VINISIMO, configurándose como un grande entre los grandes.
Por lo que se refiere a la Raboseta; nos encontramos con una personalidad tan distinta; que en nada se pareciera al Rabosot; pero que mantiene un hilo conductor con el mismo. Una especial vinculación en la pasión y el deseo de vinos de casa, hechos casi como antes, pero mirando al futuro. Pareciera que hablamos de un abuelo experimentado, y de una alocada adolescente, que sin embargo, conservan sus vínculos de sangre.
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La Raboseta |
La Raboseta esta elaborada con uvas blancas de la zona de Agrés, y se nos muestra como un vino joven, blanco, fresco y alegre, aunque con matices muy enriquecedores y expresivos.
A la vista es limpio y claro. Un elegante amarillo pajizo con ribetes de agradable verde claro, que pregonan su frescura y elegancia. Llama la atención su persistente lágrima; que nos habla de su joven pero curtido cuerpo; tan difícil de vislumbrar en este tipo de vinos (si es que a la Raboseta se la puede encasillar).
En la nariz es descarada esta Raboseta: floral, abierta y embriagadora desde una sutileza muy estudiada. Sabe lo que quiere anunciar y lo consigue.
En boca es un blanco más complejo de lo que anuncia; pero con un paso joven, fresco y ligero, que sin embargo no le hace perder riqueza ni atrevimiento. Destellos de fruta fresca; paso delicado y sutil; y persistencia en boca justa y necesaria. Pareciera que la juventud de este vino necesitara explotar en la boca y salir a mostrar todo lo que es, libre de ataduras. Precisamente esa atadura a la botella que tanto bien le hace al abuelo de la joven.
Una familia para conocer. Un placer haberlos conocido. Enhorabuena al vinater Voro Suay. Y esperamos contaros en breve muchas más cosas.
Vicente Montesinos
VINISIMO