Fotografía tomada por Vinisimo en El Temple de Císcar |
Una celebración especial merece un sitio especial. Uno de esos sitios especiales es El Temple de Císcar, en Valencia, donde Jorge y su equipo siempre te hacen sentir como en casa, además de ofrendarte con cocina de calidad y con su exquisito cuidado del vino. Otras veces os he hablado ya de este restaurante, y os sigo recomendando, sin discusión, que os paséis por allí; bien a disfrutar de su cocina y vinos; bien a participar en sus catas y demás actividades enológicas, a comprar buenos caldos, etc...
Así pues, y para el siguiente conjunto de platos que tomamos; quisimos dejarnos aconsejar por Jordi, y como siempre, un acierto. Los platos fueron los siguientes:
- Terrina de foie micuit con manzana y cebolla caramelizada
- Ensalada de gambas, gulas, pistachos y vinagreta de huevas de trucha
- Pulpo con verduritas picadas y aceite de pimentón
- Sepia y calamar de playa salteados con ajetes tiernos y pimientos del piquillo
- Sartén de patatas a lo pobre con huevo y jamón
Y el vino que maridamos, el Cantos de Valpiedra crianza de 2009, de Bodegas Finca Valpiedra, en D.O.C Rioja; dentro del amplio abanico de Martínez Bujanda.
Finca Valpiedra siempre ha sido sinónimo de grandes vinos; y en otra ocasión hablaremos del reserva Finca Valpiedra; uno de mis vinos de cabecera, que en su cosecha de 1998 obtuvo 94 puntos vinisimo.
Por eso sorprende Cantos. Porque sin abandonar el buen hacer y el espíritu de estos vinos; se configura como un vino más sencillo, moderno y joven; con una ligera barrica muy bien ensamblada, con un paso fácil, pero no exento de personalidad. Un vino posiblemente más al alcance de nuevos bebedores; sin perder ni un ápice la calidad del producto.
Este vino, de 13%, elaborado con tempranillo 100%, envejeció 12 meses en barricas de roble francés y americano, y fue embotellado en junio de 2011.
Pasando a los aspectos subjetivos de la cata, puedo decir que a la vista se aprecia un denso color violáceo oscuro.
En nariz se presenta muy aromático, predominando la fruta madura. De los agradables aromas que se desprenden de la madera destaco un evocador toque de vainilla. Algunos recuerdos lácteos, que lo convierten en más atractivo al olfato.
Ya en boca se muestra goloso e intenso. Llena y acompaña bien; y es a la vez bastante fresco.
El pero: para mi gusto le falta algo de recorrido en el postgusto.
Un vino grande para una agradable velada. 85 puntos vinisimo; y mi consejo que de no dejéis de probarlo... ¡ni de pasaros por El Temple! Gracias, Jorge.