Foto tomada por Vinísimo |
Comento a continuación la cata de este vino: un clásico en la clásica Rioja. Un gran reserva de 20 años, a la altura de lo que se espera de él, y prácticamente en un excelente estado de conservación para su toma. Un lujo que muy pocas zonas vinícolas y muy pocas bodegas nos regalan. Porque tomar un vino de 20 años, en casi perfecto estado de revista, e incluso disfrutando de los sensacionales matices que el tiempo le ha dado, está al alcance de pocos caldos. Por ello a la hora de hablar de este vino, hemos de tener en cuenta que hablamos de la añada 1991, y que precisamente lo tomamos ahora porque es una de esas joyas que nos gusta disfrutar con lustros.
Hablar de las Bodegas Marques de Murrieta (desde 1852 a la vanguardia del vino), así como de la maravillosa Finca Ygay de 300 hectareas situada en Rioja Alta (es una de las extensiones vinícolas que más me han impresionado en la zona de Rioja) daría para mucho.
Se trata de un excelente coupage de 13%; elaborado con uvas de la Finca Igay de Tempranillo, Garnacha, Mazuelo y Graciano.
Fue elaborado con la vinificación tradicional de Marqués de Murrieta, basada en continuos bazuqueos, remontados y un delicado prensado en su clásica prensa vertical de doble husillo.
Posteriormente el vino pasó a barrica de roble americano donde permaneció nada más y nada menos que cinco años, hasta su embotellado.
Al pasar a comentar su cata, hay que tener en cuenta que hablamos de un gran reserva de 1991; con todo lo que ello puede influir.
Sin ir más lejos, en el color. Se trata de un rojo muy poco apagado aún para su edad. Los destellos tejas hablan de su larga crianza, y no se han malogrado.
En nariz es una bomba de madera bien pulida, sin que tire para atrás. Se aprecia el añejo, pero no ha perdido equilibrio. Se recuperan con facilidad los destellos de especias; y aún se atreve a evocar a fruta negra.
En boca: un espectáculo que alguien podría prever póstumo, pero no lo es. De entrada potente, pero sencilla; y de postgusto señorial, y quizá menos largo de lo que se deseara. Pero ello sería ya imposible. Denota su solera, sin perder su señorío. La madera acompaña hasta su desvanecimiento.
Un clásico entre los clásicos. Un superviviente nato. Un grande entre los grandes con 95 puntos Vinisimo.
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