viernes, 18 de septiembre de 2009

VIÑA ARDANZA RESERVA 1989 (Palabras mayores...)

En esta ocasión os paso foto únicamente de la etiqueta.
Es tan grande, que no quiero que os perdáis detalle.


“Ventilarse” esta botella son palabras mayores. Pero como dice el refrán, “la vida es demasiado corta para beber mal vino”. Así que, procedimos sin pudor. Y claro…; como siempre que lo hemos tomado: ¡un grande entre los grandes! Y más cuando hablamos de una añada de hace 20 años, que conserva (si no mejora) todas sus propiedades organolépticas. Un regalo para los sentidos… que hace perder el sentido.

Siempre he dicho que Viña Ardanza está, posiblemente, entre los tres mejores vinos de La Rioja (si es que no es el mejor) Y eso es mucho decir. Cada vez que lo tomo, me ratifico más en ello. Solo puedo elogiarlo.

Como sabéis se trata de un finísimo caldo de las Bodegas Rioja Alta; a la que tantas veces hemos subido, en el barrio de La Estación, de Haro, allá donde ya parte la carretera hacia Labastida, y finaliza la Rioja Alta para adentrarnos enseguida en la Alavesa; con parada obligatoria pues, para nosotros, en cada ocasión.

Los caldos de Rioja Alta nunca defraudan. Es más, siempre maravillan. Es una bodega con una historia de tres siglos enclavada en lo que ya bauticé en su día como “la milla de oro” del vino de España (que nunca me cansaré de recorrer); que nos ha regalado delicias como el Gran Reserva 890, el Gran Reserva 904, o el Viña Arana. Pero entre todos ellos, reconozco que este que ahora catamos es mi debilidad. Y aunque he tomado diversas añadas del mismo, reconozco no haber probado ninguno como el de 1989. Y eso que fue una cosecha Buena en Rioja. Quizá sólo el Excelente 1982 se le acerca, a mi gusto (quizá para otros lo supere) También recuerdo esa cata conjunta con Dani del de 1989 y el de 2000 (abuelo y nieto mano a mano) Y los primeros 1989 de hace años; en casa, o con Javi; cuando, bien puedo decirles, era un vino distinto.

En este caso; hablamos de un 70% de tempranillo, 25% de Garnacha; y un resto de Mazuelo y Graciano. Para quienes afirman que en Rioja no se han hecho buenos coupages. Inmejorable.

El Tempranillo procede de los viñedos de Cenicero y Fuenmayor.

Sin dejar de tener en cuenta que fueron 42 meses de crianza; en los cuales, según datos que nos ha proporcionado la bodega, se realizaron 7 trasiegas artesanales, embotellándose entre abril y mayo de 1994.

Así pues; trece grados, escondidos 20 años, y puestos al sol para nuestro deleite. Decantación amplia y larga. Sedimento propio de la edad, que neutralizamos con el decante. Oxigenación correspondiente en copa. Maridaje adecuado. Servicio a 17 grados.

Y…

A la vista, rojo cereza; tamizado a teja por la larga crianza en botella; pero con una estructura intacta.

En cuanto al aroma, se mantiene, increíblemente, fragante, compuesto, duradero. Es, según la mejor palabra que encuentro para definirlo, envolvente.

En boca es fuerte y vigoroso; pero con un persistente sabor que va haciéndose elegante y fino en el post-gusto. Esa evolución es mágica. Diríamos que se nota su potencia al primer sorbo; pero que el retrogusto se va haciendo largo y agradable. Increíble.

De esta forma; en resumen: color rojo cereza con ribete atejado, con decantación de dos horas. El vino se muestra algo enmaderado, aunque dándole su tiempo y trabajo en copa, extrae su lado frutal (cerezas, notas de ahumados y quizá, sorprendentemente, algo de lavanda)


Realmente es un grande entre los grandes. ¿Saben que? Se la puede jugar con el vino del mundo que quieran.

Mi esperanza… ¡aún me queda una botella de esta añada!

Debate: ¿guardarla como pieza única, o darle cuenta? Saben que soy de los que piensa que el vino está para beberlo. No hay mejor museo que una buena comida en compañía con un caldo de esta magnitud.

Así que… ¡si quieren que les invite…!

¡Hasta pronto, vinísimos…!

No hay comentarios: