Para esta fideuá hecha al aire libre por Inma (y sublime, por cierto), quería buscar un vino tinto, valenciano, mediterráneo, bueno, ligero y potente a la vez. Quería un buen vino para esa ocasión, lejos del tópico de los blancos.
La verdad es que no pude hacer mejor elección.
Príncipe de Salinas es un tinto clásico Monastrell de las Bodegas Gutiérrez de la Vega; estas entrañables, familiares y hospitalarias bodegas situadas en el pequeño pueblo de Parcent, en la D.O Alicante.
Recuero muy gratamente cuando los propios dueños de esta bodega nos acogieron y nos explicaron su particular forma de entender el mundo del vino; creando unos caldos exclusivos, limitados en su producción, y del todo originales.
Descubrir el Recóndita Armonía (tinto dulce) o el Casta Diva (cosecha miel) fue toda una experiencia.
Y en este monastrell tampoco se han quedado cortos.
Se trata de un vino de la cosecha de 2004, elaborado con Monastrell, y que, dentro de la política de diseño y dedicatorias de la casa, viene dedicado a Giuseppe Tomasi di Lampedusa, con una bellísima pintura.
Hablamos de un 15% (nada más y nada menos) elaborado con esta variedad recogida al pie de la Sierra de Salinas, en el camino de Villena a Pinoso.
Definirlo: como dice el gran capitán de esta bodega, Felipe: "majestuoso, recio, amable y elegante". No se equivoca. Se paga caro, pero se paga bien.
Doce meses de roble le acaban de dar su toque único.
A la vista; granate picota, intenso; con borde de teja.
Al aroma: buena intensidad, con sensaciones de madera en primer plano, sobre fondo de fruta roja, y evocación a cueros y especies.
En boca es de acidez correcta, intenso, con buena fruta.
En definitiva; original, equilibrado, frutal, mediterráneo y potente. Monastrell.
Enhorabuena y gracias a Felipe Gutiérrez de la Vega. Ha creado otro grande. Volveremos sobre esta querida bodega.
Un abrazo.
2 comentarios:
lo que yo queria, gracias
¿?¿?¿
¡Gracias a ti!
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